lunes, 14 de noviembre de 2011

la culpa no es patrimonio del psicoanálisis (ni de dios)

Para alguna gente, el sábado 12 fue la primera vez que mucha gente nos manifestamos por el caso 4F. Alertados por los abogados de los terribles riesgos que correrían las personas imputadas si montábamos un escándalo, durante 5 años mucha gente calló su rabia y reprimió sus demandas de justicia. Esta (nuestra) cobardía, para alguna gente, fue muy mal vista y criticada por tantísimos personajes de los llamados movimientos sociales. Todo el mundo sabe que cuando pasa algo tan terrible HAY que salir a la calle. Y quienes no lo hicimos durante todos estos años también lo sabíamos, también somos activistas, también salimos a la calle, pero tuvimos que aguantar miradas insidiosas y comentarios rencorosos. Claro, no eran sus vidas ni su "libertad" lo que estaba en juego, pero esto parece ser una nimiedad.
A una, que ya no tiene veinte años y se ha roto los huesos y el alma en luchas políticas, le duele mucho que le digan cobarde. No porque así lo sienta, sino porque demuestra la inocencia y, lo peor, la arrogancia de mucha gente que se dedica al activismo de barricada, tan necesario como el cotidiano, pero mucho más urgente e intempestivo. En la barricada se lucha a muerte, no hay tiempo para pensar.
Yo también estuve en las barricadas, yo también juzgué las acciones no violentas, yo también fui igual de arrogante. Estaba cabreada, pero no me había atravesado el dolor y la realidad era más pancarta y menos carne. Por eso, cada vez que he sido interpelada por nuestra aparente inacción frente al caso 4F, he intentado  (amablemente a veces, casi siempre con violencia) explicar porqué no salíamos a la calle y, sobre todo, he invitado a las barricadas a participar en las acciones que emprendíamos (juntar dinero para pagar los abogados, apoyar a las personas que estaban viviéndolo en primera persona, etc.). Pero la conversación no era fluida...
Ha sido triste discutir por cuál lucha era mejor en vez de hacer confluir diferentes luchas detrás de una única reivindicación; es triste que mucha gente que nos ha interpelado por nuestra inactividad no viniera a la manifestación; es triste que la gente venga a dar consejos y a juzgar en vez de a apoyar. Pero nada de esto  me quita el sueño. Son cosas del directo. Finalmente, el sábado no estábamos todas, pero sí muchas, no estábamos todos, pero sí estábamos de verdad.
Lo que realmente me sacude la conciencia y viene a poner unas gotitas más en el cuenco ya repleto de rabia y dolor es no haber estado junto a Mariana Huidobro durante todos estos años.
Lo supe desde el mismo 5 de febrero de 2006. Pero los abogados son como los médicos: cuando te estás muriendo ocupan el lugar de dios. Y aunque siempre hayas sido atea, en ese momento dios existe. Y estarás a sus órdenes. Así fue como dividimos el caso 4F en dos: los sudacas, por un lado, las maribollos, por otro. Como sudaca que soy, para mí fue renegar del racismo que aún hoy, después de 20 años de residencia en Catalunya, sigo viviendo (y seguiré, porque el racismo se basa en el inalterable origen y en el color de la piel, y no en la cultura, la historia o los sentimientos). No tengo ni idea de si una lucha conjunta hubiera tenido otros resultados, lo que no me perdono es haber dejado de lado mis convicciones, nacidas de la experiencia, el análisis profundo y una sensibilidad alimentada por la sed de Justicia,  y no haber estado al lado de Mariana desde el primer día. Cuando se busca Justicia, no estamos hablando de leyes, sino de personas. Y en nuestra separada lucha maribollo perdimos a las personas. Fuimos tan estúpidas como para no querer reconocer que el sudaca y la bollera ocupan el mismo lugar en la escala social: el del desprecio, el de la eterna duda sobre su inocencia, el de la falta de garantías y derechos, la susceptibilidad de ser chivo expiatorio.
En medio de toda esta mierda de montaje político-policial, de esta tragedia que ha atravesado y retuerce hoy la vida de muchas personas, tengo la urgencia de decir:
a) a la gente de los movimientos sociales: no se necesitan lecciones, sino acciones y, sobre todo, respeto. No juzguen, apoyen.
b) a la policía y el ayuntamiento de Barcelona: encargad otras actividades a vuestros agentes secretos, que no estamos planificando un ataque al consistorio. Pedimos responsabilidades, justicia y respeto. Vuestros esbirros disfrazados de "antisistemas" que nos persiguen por las calles no son precisamente eso.
c) a la gente que quiere apoyar con la difusión del caso: escuchen a las personas implicadas, no representen. Patri tenía su propia voz, léanla. Rodri también, escúchenle.

Ayer me dijeron. "la realidad no es de nadie". Sí, es verdad. Por eso, por ser inasible, cada quien la vive desde un lugar distinto. Es difícil ponerse en el lugar de la madre que lucha por la libertad de su hijo. Es difícil ponerse en el lugar de quien lucha por aceptar la muerte de una amiga. Mucho más difícil intentar imaginar cómo vive una persona condenada a vivir en una cárcel. Pero es necesario para hablar de este caso. Empatía, respeto, confianza. Basta de urgencias de barricadas, de consejos de leguleyos, de juicios revolucionarios, de sectarismos, de miradas de reojo. Empatía, respeto, confianza.

4 comentarios:

espe dijo...

gracias por tanta honestidad (además de la empatía, el respeto y la confianza). Un abrazo muy largo.

Antropóloga à la dérive dijo...

Te mando un abrazo apretado...a la manada tambien.

mery dijo...

un abrazo enorme
y gracias por est post
mery

HelenLaFloresta dijo...

gracias queridas

aqui recibiéndolo