sábado, 16 de enero de 2010

Diferencia y cambio creativo












"Entre nosotros existen a todas luces diferencias muy reales en cuanto a la raza, la edad y el sexo. Mas no son esas diferencias las que nos separan. Lo que nos separa es, por el contrario, nuestra negativa a reconocer las diferencias y a analizar las distorsiones que derivan de darles nombres falsos tanto a ellas como a sus efectos en la conducta y las expectativas humanas.


Debe ser objetivo permanente de cada una de nosotras eliminar estas distorsiones de nuestra vida y, al mismo tiempo, reconocer, reclamar y definir las diferencias que constituyen la base sobre la cual se nos imponen dichas distorsiones. Porque todas nos hemos educado en el seno de una sociedad donde dichas distorsiones eran endémicas en nuestro modo de vida. Con excesiva frecuencia canalizamos las energías necesarias para reconocer y analizar las diferencias hacia la tarea de fingir que las diferencias son barreras infranqueables o que sencillamente no existen. Y ello resulta en el aislamiento voluntario o en conexiones falsas, engañosas. En ambos casos, no desarrollamos los medios para utilizar las diferencias humanas como trampolín que nos empuje hacia el cambio creativo de nuestra vida. Y, en lugar de hablar de diferencias, hablamos de desviaciones.


En algún lugar, al filo de la conciencia, está eso que yo denomino norma mítica, una norma con la que en realidad sabemos que no nos identificamos. En Estados Unidos, la definición de dicha norma suele ser: blanco, delgado, varón, joven, heterosexual, cristiano y con medios económicos. Es en esa norma mítica donde residen las trampas del poder de nuestra sociedad. Quienes nos mantenemos al margen del poder solemos identificarnos de una manera que nos hace diferentes y presuponemos que tal identificación es la causa básica de toda opresión, con lo que nos olvidamos de otras distorsiones relativas a la diferencia, algunas de las cuales tal vez practiquemos. La palabra hermandad lleva implícita una supuesta homogeneidad de experiencias que en realidad no existe."   



Audre Lorde (1980) “Edad, raza, clase y sexo: las mujeres redefinen la diferencia”.

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